Hacienda del Apantle de la Santa Cruz

Situada en el municipio de Yautepec, , Cocoyoc se remonta a los tiempos de la caída del imperio tolteca, grupos humanos venidos del norte cruzaron la frontera mesoamericana, llegando así al estado de Morelos en que las tribus nahuas de los tlahuicas y xochimilcas, ocuparon los valles de Cuauhnáhuac y Huaxtepec, (1250-1300 d.C.).
Los tlahuicas ocupaban la parte occidental de la región que se extendía hasta Malinalco y su centro político más importante era Cuauhnáhuac. Los Xochimilcas se ubicaban en el centro y en la parte oriental. Conformaban los estados de Yauhtpec, Yacapixtlan, Tepuztlan, Ocuituco y Huaxtepec, siendo esta última la cabecera de la que dependían las demás.
Al consumarse la conquista de Tenochtitlan, en 1521, Cortes mostró de inmediato una decidida predilección por el territorio del actual estado de Morelos. Fundó la ciudad de Cuernavaca, en el poblado indígena de Cuauhnáhuac, y estableció su residencia en esta ciudad.
Fue hasta el 6 de junio de 1529 en que el emperador Carlos V dio a Cortés el título de Marqués del Valle de Oaxaca y le cedió una inmensa porción del territorio conquistado, que abarcaba territorios en los actuales estados de Oaxaca, Guerrero, Morelos y el propio Distrito Federal, además de 23 mil vasallos.
En el actual Estado de Morelos, se desarrollan dos regiones de haciendas que aprovechan las aguas de los cuatro ríos que corren desde la sierra hasta las fértiles tierras de los valles.


La Hacienda


Eran aquellos bienes que se heredaban de padres a hijos, era así como una dinastía doméstica. Siempre fue el trabajo inicial de alguien que no tenía nada y con esfuerzo acumula excedentes que van formando la hacienda; no es el producto de mayores habilidades, inteligencias o deseos, es el excedente del trabajo que se acumula hasta que se convierte en un capital que se pone a trabajar y que absorbe el excedentes de otros trabajos y crece geométricamente proporcional.
La palabra misma proviene de un verbo que significa trabajo: facere facio, is, ere factum) = hacer, lo que nos indica que la hacienda se logra haciendo, es decir trabajando. Los historiadores han aceptado el término en referencia a un conglomerado industrial y en el caso de la historia del actual Estado Morelos han llamado hacienda a los conjuntos industriales que fueron dedicados a la producción de azúcar a través de la molienda de la caña de azúcar.

Los conocedores del tema no se ponen de acuerdo en el número de haciendas que llegó a haber en el estado a principios del siglo XX, ya que mientras algunos aseguran que fueron 37, hay quien se aventura a afirmar que su número superó las cincuenta. Lo cierto es que el sistema de haciendas pasó a ser en Morelos, como en gran parte del país, el núcleo fundamental de la producción, la economía y el control político.

La hacienda es heredera directa de la sociedad feudal y la encomienda, con la salvedad de que la hacienda, en su periodo final, gozó los beneficios de las innovaciones tecnológicas del siglo XIX. La vertiginosa caída que experimentó este sistema durante la Revolución obligó al grupo triunfante a modificar -de forma pero no de fondo- las relaciones sociales de producción. La enorme acumulación de poder y dinero que gozaron los hacendados a finales del XIX y principios del XX fue uno de los factores que provocaron el movimiento armado, que en Morelos alcanzó su nivel más alto de organización.

La muerte del gobernador Manuel Alarcón, 15 de diciembre de 1908:
John Womak Jr., entre otros historiadores, describe el acontecimiento que llevaría a la confrontación final entre hacendados y pueblos en el estado de Morelos: la muerte del gobernador Manuel Alarcón 15 de diciembre de 1908 y la elección del candidato porfirista, Pablo Escandón, apoyado por los hacendados.
Ante ese candidato, de gustos refinados y educado en Inglaterra que respondía a los intereses de los hacendados, los campesinos de Morelos postularon al suyo: Patricio Leyva, hijo del general Francisco Leyva, héroe local de la Guerra de Intervención y con gran influencia popular en todo el estado. Entre los hombres que apoyaron a Leyva estaba uno que los hacendados también conocían y por quien se disputaban sus servicios de insuperable domador de potros: Emiliano Zapata.

El importantísimo papel de las haciendas como sitios de combate, cuarteles provisionales, almacenes de armas y centros de producción, incluso en los periodos más intensos de la lucha. Contra la idea generalizada, no fueron los zapatistas quienes destruyeron la mayor parte de las haciendas, sino la furia incontenible del general Pablo González (émulo de Juvencio Robles, el incendiario), quien rabiaba por acabar con todo lo que oliera a rebeldía, incluyendo las haciendas mismas que en el periodo más intenso del zapatismo 1915 los campesinos trabajaron para sí, en coordinación con las comunidades.
Innumerables son las acciones heroicas, los crímenes, las traiciones, las anécdotas que guardan los muros enmohecidos de las haciendas azucareras. La de Chinameca arrastra el estigma de ser el sitio donde el coronel Guajardo le tendió el cuatro a Emiliano Zapata.
Entre la gente común del estado de Morelos, que se negaba a dar crédito a la muerte de Zapata, circulaba la creencia de que no era su caudillo el que había sido asesinado por Guajardo. Se decía que le hacía falta un lunar, que si Zapata era más alto o más moreno. Se decía que no era posible que, si Zapata había escapado a tantas emboscadas y siempre había tenido tan buen olfato para los engaños, hubiera caído de esta manera en la Hacienda de Chinameca.